martes, 7 de septiembre de 2010

Ausencia de muerte.

Rupeskí sabía que los sucesos de la semana que acababa de terminar eran una señal, una alarma para definir su situación en todos los aspectos, sobre todo en los más tormentosos para sí mismo: el amor, la responsabilidad, la vida. Escribió una frase, la cual tenía destinatario, luego se lo había quitado: ya que no entendiste mi vida por favor entiende mi ausencia. ¿A qué se refería? ¿Por qué la palabra ausencia, por qué no muerte? Se había cuidado mucho de escribir la palabra ausencia, pero más importante que la palabra ausencia era la palabra entender, pues estaba dos veces en la misma frase solicitante y angustiante de dos cosas: la vida y la ausencia. Se resignaba a que no le entendiera su vida pero pedía que le entendiera su ausencia. ¿Para que pedirle a alguien que no le entiende la vida, que le entienda la ausencia? ¿No es mejor acaso que lo entiendan cuando uno está, que cuando no está? ¿Para qué exigir entendimiento que no se va a poder sentir? Sólo Rupeskí entendía para qué. Se lo explicó a sí mismo por medio de otro escrito: en esta vida siempre he estado ausente, ausente de amor, ausente de cualquier responsabilidad, es la ausencia una experimentación constante en la que me veo en todo lugar, porque no estoy en ningún lugar, sin embargo estoy con vida, por eso la palabra no era muerte sino ausencia la que debía estar en la frase. Sobre la palabra entender escribió: pido a quien sea -por eso le quitó el destinatario- que entienda mi ausencia, la ausencia de normalidad, de conformismo, de cotidianidad, así y sólo así entenderán algún día mi vida, pero si no se llega a ese resultado no importa, sólo entender en lo referente a que conozcan mis intenciones, mi ánimo. Lo que Rupeskí descubrió fue que sentía miedo, miedo porque si bien la ausencia es alejarse de un lugar o de alguien, sabía que él no quería alejarse de un solo lugar sino de todos los lugares y no sólo de alguien sino de todos y eso sólo se logra con la muerte. Sintió miedo, porque le tenía miedo a la muerte, y lo sintió porque esa era la única salida pero no lo aceptaba. Esa fue la alarma que lo estremeció. Muerte: ausencia de todo lugar en el que hay vida.

Fragmento de mi novela, aun sin título, sin comienzo y sin final.