100 caballos corrían por mi cerebro cuando inyecté la heroína de los recuerdos y con su carrera me arrastraban a la cocaína de la impotencia, de la desesperación y de la culpabilidad. Las cosas a veces sí son como uno quiere que sean pero nunca son como deben ser, recordar es un ejercicio que lo confirma.
50 Caballos agotados en la llanura de mis sesos y los otros 50 galopando con toda su fuerza, mientras oía esa canción walking on the moon, we could walk for ever, me llevaban a conjugar los verbos en pretérito, a recordar la historia para no estar condenado a repetirla, y de pie, como espectador de mi pasado concluí que recordar es alterar las leyes del tiempo, las leyes de Newton sobre la atracción de los cuerpos, las leyes del olvido y de la ausencia, recordar es caminar hacia la luna, recordar es estar un poco loco, es estar medio ido, es estar caminando en medio de una balacera como Charles De Gaulle, es ver pasar los días como caballos salvajes sobre las colinas, es oler las flores del mal, las hojas de hierba, es pasar una temporada en el infierno y, es estar un poco triste pero más feliz que los demás. Walking on, walking on the moon sonaba y se convertía en saeta que ingresaba por mis oídos hasta la mitad del hipódromo de mi cerebro y se veían caballos cansados, caballos corriendo, caballos con sed de presente, caballos galopando hacia la luna. Caballos que corren como la sangre en las venas y caballos que corren sobre los montes de Venus. Caballos con un mismo jinete a cuestas: el jinete con la máscara del presente. Presente que es como se quiere pero no como debe ser. Presente lleno de días confusos, cargado de pasado, presente para soportar el peso de los días que pasan sin ton ni son, repleto de tomorrow's another day, you'll stay, presente con la cabeza pesada como si 100 caballos hubieran estado corriendo sobre los sesos y estuvieran descansando allí para comenzar de nuevo mientras suena esa canción: walking on the moon, I hope my legs don't break.
50 Caballos agotados en la llanura de mis sesos y los otros 50 galopando con toda su fuerza, mientras oía esa canción walking on the moon, we could walk for ever, me llevaban a conjugar los verbos en pretérito, a recordar la historia para no estar condenado a repetirla, y de pie, como espectador de mi pasado concluí que recordar es alterar las leyes del tiempo, las leyes de Newton sobre la atracción de los cuerpos, las leyes del olvido y de la ausencia, recordar es caminar hacia la luna, recordar es estar un poco loco, es estar medio ido, es estar caminando en medio de una balacera como Charles De Gaulle, es ver pasar los días como caballos salvajes sobre las colinas, es oler las flores del mal, las hojas de hierba, es pasar una temporada en el infierno y, es estar un poco triste pero más feliz que los demás. Walking on, walking on the moon sonaba y se convertía en saeta que ingresaba por mis oídos hasta la mitad del hipódromo de mi cerebro y se veían caballos cansados, caballos corriendo, caballos con sed de presente, caballos galopando hacia la luna. Caballos que corren como la sangre en las venas y caballos que corren sobre los montes de Venus. Caballos con un mismo jinete a cuestas: el jinete con la máscara del presente. Presente que es como se quiere pero no como debe ser. Presente lleno de días confusos, cargado de pasado, presente para soportar el peso de los días que pasan sin ton ni son, repleto de tomorrow's another day, you'll stay, presente con la cabeza pesada como si 100 caballos hubieran estado corriendo sobre los sesos y estuvieran descansando allí para comenzar de nuevo mientras suena esa canción: walking on the moon, I hope my legs don't break.