viernes, 17 de septiembre de 2010

Café la nube. (Novela en seis actos). Dedicada a Rafael Chaparro Madiedo.

I.

Siempre me he considerado una mujer normal, normal significa, que me gustan las cosas normales, hago cosas comunes, soy a veces medio vagabunda, a veces de la casa, estudio, bebo, soy desordenada pero excepcionalmente me organizo, me gusta ir a cine, me gustan los géneros musicales comunes, los que pasan en la radio, mis días tienen una rutina que veo normal: levantarme temprano a estudiar, no poner atención en las clases, jugar con mis amigas enviándome papelitos diciendo una que otra cosa importante como: ese muchacho que acabó de hablar si es ñoño o preguntar qué vamos a hacer hoy o enviar un saludo de cumpleaños; y planeo estudiar para los parciales para sacar una buena nota; me considero del común, de lo cotidiano, de lo silvestre, de lo corriente.

Una mañana con olor a arroz con huevo escribí una carta de amor cuyo destinatario era el señor sonrisas, aunque creo que más que tener sonrisas tiene más ojos que una piña y un huevo que alcanza a cubrir todo el arroz al que huelen algunas de mis mañanas. La carta de amor puede resumirse en lo siguiente: hey!!! niño ñoño, tu puedes ayudarme a despertar en las mañanas, es que yo soy muy floja y no me despierto sola. Quiero que seas mi despertador. Probablemente el niño ñoño que luego pasó a ser el señor sonrisas, entendió con esa carta y por eso la llamo ahora carta de amor, que ya está en la basura, que lo que yo quería era que él irrumpiera mi sueño, seguro entendió que yo quería comenzar mis días de olor a chocolate con leche o a lluvia con él, que yo quería pasar mis mañanas con él. Hubo desvarío de información. De todas formas el señor sonrisas comenzó a batirme el cerebro como se baten dos huevos para que pueda hablarse de la receta huevos revueltos, ese muchacho tiene una cara amable y aunque hable de cosas que poco me importan me gusta como habla, no siempre de lo que habla, además me gustó que no se me lanzó como todos, no mostró el hambre, incluso, creo que había un completo desinterés de allá para acá.