IV.
Café oscuro sin azúcar es la sensación que tengo cuando estoy sin él y a pesar de que me gusta el café también me gusta el dulce. La cosa es como incompleta. Nada es suficiente me dijo él un día que me hablaba bonito. Que vaina. Ya le he terminado cuatro veces y en una de esas por miserable, en otra por estar demasiado borracho y no darme mi lugar. Otra porque le gusta una amiga mía y otra no me acuerdo. Yo no quiero estar con él, de eso puedo estar segura y que vaina lo quiero pero no quiero estar con él. Yo no sé mañana me dice por medio de una canción pero yo si sé, mañana dormiré con él, porque me gusta levantarme acompañada de sus brazos, además de las cobijas y el frío. Un día le regalé unas rosas rosadas y esa noche también estaba estrenando una ropa interior del mismo color y acababa de pasar la pausa natural de abstinencia que una mujer normal tiene con el sexo. Y no me aguanté las ligeras e impetuosas intenciones de desnudarme y desnudarlo y dejar que me ocupe el vacío que hay en medio de mis piernas y me llene de su locura. Es una escena que se ha repetido mucho entre él y yo y me gusta, me gusta como me abarca, me toma, me toca, me habla, me muevo, café oscuro, manos, movimiento, nalgas, saliva, lengua, hago el amor con él y él me lo hace, yo quiero escapar y dejarlo pero dice que soy su heroína y le gusta la lógica de la heroína, aunque heroína en este caso es mi saliva dulce en una jeringa que se inyecta en su cabeza. Que vaina. Ahora me siento como un café suave con azúcar. Todo el cuarto huele a mí y me pongo la ropa interior nueva y me quiero ir y no puedo, y él no intenta detenerme. Se aprovecha, ahora es él quien me desnuda y me dice que el café es con dos de azúcar como quien dice doble o nada. Yo me dejo porque quiero y quisiera no querer. Que vaina. Ponemos a rodar una película hasta que se queda dormido y yo lo despierto y le digo que volvamos a su cama y esta vez no hay azúcar, sólo abrazos silenciosos que parecen cadenas que me atan a él, que envuelven mi materia gris y no me dejan actuar, pero yo si actúo. Yo hago lo que quiero, yo duermo con él porque quiero, yo hago el amor con él porque quiero, yo lo beso porque quiero, yo dejo que él haga el café suave con azúcar. Porque fui yo la que empezó a hacer el café. Que vaina.