jueves, 8 de julio de 2010

Un ligero reposo.


Estoy acostado en el pasto de un potrero y veo como los chulos me rodean y se posan en mí, unos en mis piernas, otros en mis brazos, mis hombros, mi genital y hasta en mi cabeza. Quiero moverme y no puedo. El jefe de la manada se acerca a un oído, me dice que aquí es donde yo termino y es el momento de ellos trabajar.