Las ciudades son canecas de basura del parque de diversiones extremas en donde cada domingo los dioses mutantes juegan a ser el Dios de la semana.
El Dios elegido tiene la función principal de organizar las canecas del parque de la siguiente forma: una para perros callejeros, pastores, curas, chamanes, con el aviso de: NO BIODEGRADABLE, otra para pitos, automóviles, autobuses y semáforos, otra para policías y ladrones porque son lo mismo, otra para las iglesias para que no vayan a contaminar el resto de elementos y, la última para las Universidades y colegios.
Bogotá D.C. es una caneca de basura que este último domingo quedó olvidada. *En Bogotá si la gente se quita la ropa se deshace. Todo el mundo está hecho para andar protegiéndose del frío y de las miradas. Parecería como si esas personas que se ven deambular por las calles a eso de las cinco y cuarenta minutos de la tarde, cuando Dios y el Diablo han abandonado la ciudad y entonces son los caicedos (los policías de los Cai) los nuevos amos y señores de las calles, estuvieran invadidas por los perfumes de las pestilencias. Es como si por las mañanas se bañaran en el río Bogotá y en las noches en las cloacas de sus propias vidas. Hasta allí no llegan los consorcios privados para limpiar y recoger las basuras.
Si se amontonara toda la basura de Bogotá en un sitio especial se podrían fabricar muchos seres bogotanos. Todo parece como si fuera una canción de rock. Es que Bogotá es una canción de rock. Su gente perfectamente podría hacerse con huesos de alcantarilla, sangre de aceite quemado, piel de papel reciclable y ojos de vidrio molido para miradas dolorosas.
“El hombre de un traje gris” dice un libro. Editorial Bruguera. Eso dice el libro, pero en Bogotá ese mismo hombre del traje gris es mucho más que unos papeles empastados. En Bogotá ese hombre es un sicario, un escolta, un ministro, un precandidato, un vendedor de cementerios, un enviado de Dios, un secreto, un extraditable o simplemente eso, un bogotano, un hombre hecho a punta de basura*.
*Tomado de Revista consigna, página 49, 1989. "basura bogotana por Rafael Chaparro Madiedo".