Pensamientos extraídos del TAGEBUCHER (Diario Inédito) de José María Vargas Vila.
Prólogo.
Vivimos en un mundo y cultura
cuyos valores son ya ruinas que aun adoramos, pero que darán paso, tras su
extinción y decantación, como “razón histórica” a una forma nueva de intuición
del mundo.
A lo que nuestras ideas idean
y nuestros pensamientos piensan.
Lo viejo se resiste a morir.
Llevar el dudar de todo lo
establecido hasta sus últimas implicaciones.
La esencia de la negación es
la soledad de la libertad.
Este Amor de lo imposible,
que hay en el corazón.
La pérdida del objeto (su
madre en este caso) es sinónimo de una enseñanza fecunda sobre el misterio del
Ser.
Solo en esa vivencia radical
de la vida como fracaso e implenitud es que topamos con la extraña alegría que
nos dice: al fin somos libres del
cautiverio angustioso del tiempo.
Nos dice Herman Hesse en su
novela el Lobo Estepario “la vida humana sólo alcanza el grado de verdadero
sufrimiento, cuando se entrecruzan dos épocas, dos civilizaciones y religiones”.
Y continúa diciéndonos Herman
Hesse, ese gran conocedor del alma, en su novela antes mencionada: “todo lo
creado, incluso lo más simple en apariencia, está ya manchado por la culpa, es
ya múltiple, ha sido arrojado ya a la sucia corriente del devenir y ya no podrá
jamás nadar contra la corriente. El
camino hacia Dios, hacia la inocencia, hacia lo increado, no discurre hacia
atrás, sino adelante…se adentra más en la culpa, en la encarnación…el retorno
al Universo, la terminación de la dolorosa individuación…el ser Dios significa
haber ensanchado tanto el alma que es capaz nuevamente de dar cabida al
Universo”.
La religión, la patria, la
familia y el Estado habían perdido a mis ojos todo valor y no me importaban.
La posibilidad del ateísmo es
la posibilidad de sentirse desligado. Y lo que hace posible sentirse desligado
es la suficiencia de la persona…”
La divinización o
endiosamiento de la vida.
El ateísmo no es posible sin
un Dios.
Estoy indefenso, soy el
juguete de la fatalidad.
No puedo elegir, y sin
embargo, es necesaria una decisión en un sentido u otro.
Finito e infinito,
transitorio y permanente, limitado y libre, absoluto y relativo…
Albert Camus en las páginas
finales de su obra cumbre “El Hombre Rebelde”, nos dice: “Ninguna parusía, ni
divina ni revolucionaria se ha cumplido…sigue gritando el largo silencio de
Prometeo ante las fuerzas que lo abruman. Pero Prometeo ha visto, entre tanto,
a los hombres volverse también contra él y escarnecerle. Se comprende, por
tanto, que la rebelión no puede prescindir de un amor extraño. Quienes no
hallan descanso, ni en Dios ni en la Historia , se condenan a vivir para quienes, como
ellos, no pueden vivir: para los humillados…Kaliayev y sus hermanos del mundo
entero rechazan, por el contrario, la Divinidad porque rehúsan el poder ilimitado de
dar la muerte. Eligen y con ello dan un ejemplo, la única regla original hoy en
día: hay que aprender a vivir y morir, y para ser hombres hay que negarse a ser
Dios. Y es que los hombres de Europa” dice Camus (y lo había dicho antes Vargas
Vila en su revista Némesis), “no creen ya en lo que es: en el mundo y en el
hombre viviente, el secreto de Europa es que no ama ya la vida”.