Desenrollando recuerdos como quien toma del rollo de papel higiénico una tira para limpiarse el culo, que siempre está sucio, trato de limpiar el nombre del Guaviare, pero ese territorio, ese tierrero, esa tierrita, corre la misma suerte: siempre está sucio, nada puede borrar esa mancha rojiza, nada quita esa mancha de color intestinal, desde el espacio sideral se ve esa costra de greda, en donde he pasado cinco años de mi vida y luego de 2002 iba y venía en los periodos de vacaciones, así hasta inicios de enero de 2011, momentos en los que estuve allá la última vez, allá en ese sitio, en ese estado de sitio, en la selva, en sus paisajes, por sus huecos – o calles como le dicen allá – a pie, en cicla, moto, carro, dejé ese pueblo montado en un bus cimarrón de flota la macarena, el viaje duró nueve horas hasta Bogotá pero durará toda la vida en mi testa, pues fue durante el viaje que se originó la idea de no regresar, de no morirme allá, decisión fácil, lo difícil es permanecer inmerso en esa manada de salvajes, en esa salvajada de matones, en ese lugar donde las mujeres solo sueñan con tener silicona en sus cuerpos, donde todos, profesionales, vagos, putas, maricas, periqueros, cocaleros, todos, absolutamente todos, están pendientes de un contratico porque al pueblo solo lo mueve el gobernante de turno con la contratación. Yo hice lo fácil, tomar la decisión de no volver, de no regresar, ¿a qué volver? A disfrutar sus paisajes, a vivir bueno, en el pueblito a usted no le fue mal. No, nunca he dicho ni he escrito que me ha ido mal. Allá trabajé, me enamoré, tuve sexo, me emborraché, todo por primera vez, allá tuve siempre lo necesario para vivir, allá mis papás siempre han trabajado para hacerme profesional y hacer profesionales a mis hermanas, allá en ese pedazo de tierra conocí la bondad y conocí formas extremas que la gente tiene para ganarse la vida, allá en ese lugar empecé a leer y escribir como forma de vida, de allá son los únicos amigos que conservo del bachillerato, en ese mismísimo lugar también tomé la decisión de nunca tener hijos, en ese sitio conocí a mi otra madre: Pilar Roldán, conviví con mi papá – cosa que no es fácil –, aprendí a conducir moto, tuve la oportunidad de ser locutor, de conocer la magia de la radio, en ese punto exacto de la tierra nacieron la mayoría de mis hermanos, pero nada de eso puede ser un obstáculo para yo decir unas cuantas verdades sobre ese lugar, unas cuantas paginitas describiendo cómo se vive, cómo se ama, cómo se trabaja y como se piensa en un lugar como ese, si es que la Muerte no me lleva antes de terminar de escribirlas. Allá nací, en ese Departamento cuya capital tiene nombre de un Santo cabrón que se aguantó los cachos de María, yo hubiera sido José, ese niño Jesús no nace, le hubiera desinflado esa panza a golpes y le hubiera hecho una prueba de dopaje a María que no era virgen, o sí, virgo pero solo de signo zodiacal. ¡Ay! José, tú como todos los Santos de esa religión te convertiste en Santo porque tenías muchos errores, te beatificaron para esconder tu cabronada, así como a los Santos Cosme y Damián que eran ladrones pero se arrepintieron y de una se ganaron el título de Santos. No me imagino qué hubiera hecho esa Iglesia con el Expresidente Uribe, con Pablo Escobar, con Luis Fernando Garavito, el primero San Álvaro: el santo de los paracos, el segundo, San Pablo, pero como ya hay, para diferenciarlo le habrían puesto: San Pablito el Santo de los drogadictos y, el tercero, San Garavito el santo de los niños, tres delincuentes, tres santos distintos y un solo País verdadero venerándolos, lo cual sería más sensato, más coherente con la realidad nacional. ¡Ay San José! Santo inservible como todos los demás y como todo ser superior metafísico, Santo, Santo, Santo, San José imagina lo bajo que has llegado que en el último rincón del Universo le han puesto tu nombre a una mala tierra, como rindiéndote homenaje por ser tan güevón, San José del Güevón debería llamarse eso, eso se piensa pero no se escribe, la gente allá es muy trabajadora y además hacen todo como la Ley manda. Güevón usted que no quiere a esta tierra, mi tierra. Si yo la quiero más que usted, no ve que yo la critico es para que cambie y sea algo mejor así sea en unas 25 o 30 generaciones, en cambio usted la acepta tal cual mediocre es y así saca pecho y todo, eso no es querer, eso es no tener más expectativas, eso es ser un pez que se deja llevar por la corriente. Continuará…