martes, 6 de septiembre de 2011

Fernando Vallejo galardonado con el premio Fernando Vallejo de las letras hispanas


Ha salido un colombiano – mexicano o mexicano - colombiano, hombre, mujer, marica, perro, perra, no se sabe qué es, a ganar premios de literatura y, los dineros que representan dichos galardones los dona a organizaciones defensoras de animales – gesto que sí alabo – dizque por su prosa vigorosa y áspera, por escribir como hablan las señoras paisas – incluyo las putas que son más señoras – entonces, que le den premio a todas esas viejas chismosas; por ser comelón de muchachitos, que le den premio a todos los curas y papas, por lanzar madrazos por doquier, que nos den premio a todos, sobre todo a mi madrastra que reparte hijueputazos y vive recordándole, a cuanta persona se atraviesa en su visión, lo mal parida que es. También se lo han entregado por detestar a la humanidad, ¿por detestar a la humanidad? Si la humanidad se detesta solita, qué merito tiene eso. Por criticar la política, vea pues, ¿quién en este mundo se toma la política en serio? Nadie, ni Aristóteles ni Platón. El premio es por reflejar en sus obras la realidad en un yo que puede ser cualquier yo, o sea, un personaje que puede ser cualquier personaje ¿eso es voz personal? Más bien, voz popular, la voz de la turbamulta infectada, infestada, contagiada, enferma, dañada, pestilente y rebosada de ignorancia es la voz que al final de cuentas termina retumbando en la tinta, el teclado y el puño de Fernando Vallejo, sin alterarla, sin modificarla, esa voz pura y diáfana y sin pedir cambios sólo contando y registrando sucesos.


Esa voz que son letras y prosa en su forma, es decir, en su cómo lo dice, utiliza el modus operandi de un antídoto para ese tipo de veneno o toxina, que es al mismo tiempo la base para su elaboración; el qué decir es el veneno o toxina y el cómo lo dice el antídoto, es decir, una sustancia venenosa más fuerte, mejorada, alterada, una prosa que reúne en sí dos cosas que muchos escritores y prosistas dividen: el cómo y el qué, un estilo propio, casi sui generis casi único, pero como en Colombia el casi no vale, entonces, es un casi escritor y casi prosista, estilo que surge sólo en dos ocasiones: en la autoficción y en la vida, no en la vida contada sino en la vivida, no en la que uno recuerda, sino en la que ya hizo sin saber cómo se hacía o sabiendo cómo se hacía no había qué hacer. ¿Una prosa que es cómo y qué? Sí como en una de las dimensiones del universo donde espacio y tiempo son lo mismo y son precisamente los puntos de encuentro de toda obra literaria y en Fernando Vallejo, el espacio es Colombia y el tiempo sus 68 años, no desde que ha tenido uso de razón porque nunca la tuvo, la perdió para dársela a su país ¿Colombia o México? Usted verá, ambos son una misma cosa en diferente etapa.


Fernando Vallejo puede ser lo que quiera usted que él sea, ser el que él cree ser o el que no cree ser, pederasta, resentido, apátrida, mal hijo, marica, incestuoso, ateo, zoofílico cosas que para la literatura poco importan, en la literatura importan dos cosas el qué se dice y el cómo se dice y Vallejo es un escritor brutalmente excelente por lo que dice y un prosista inigualable por cómo lo dice.