He estado revisando, consagrado, la literatura que han intentado institucionalizar en el lugar de la tierra que nací, el lugar en donde mis amados padres decidieron con vehemencia enchicharronarme con la pesadez, la cargazón de la vida, tan lindos ellos, copulando, galanteando, esparciendo, regando, culeando, malbaratando, malgastando, deformando, trastocando, trastornando, trabucando descomponiendo, confundiendo, invirtiendo, torciendo, perturbando, dañando, desdeñando y tirando sus genes, queriendo trascender porque los hijos son una bendición de Dios. Mis padres juntando todas las bendiciones que han recibido, las que tienen entre sí, con otra y con otro, reúnen diez bendiciones. La primera bendición llegó el 30 de septiembre de 1979, la segunda el 14 de diciembre de 1981, la tercera, mija, ¿ese chino en que año fue que nació, en el 82, 83, 84? Yo no sé Gabriel, acuérdese que él vive con usted desde que tiene doce años y nosotros nos separamos cuando él estaba como de un año o menos. Lo que yo sí sé es que tiene 27 años y este año cumple 28 porque ayer que hablé con él me lo dijo, haga cuentas que yo para las cuentas soy pésima. Si este año cumple 28, entonces debe ser del 83, ¡tiene que ser!
Si papá que bueno que recuerdes el año que nací, ya casi ningún papá lo hace. La tercera bendición de mis padres soy yo Julio César Alvarado Mosquera y nací el 21 de octubre de 1983 en San José del Guaviare – eso dicen, porque aparezco registrado en Puerto López Meta y les creo. No creería si me dijeran que nací en un pesebre y mi mamá era virgen, como el huevón ese de Jesús que sí se comió el cuento entero – Nací en una casa con puertas y ventanas, pfff estoy mintiendo, mis papás eran más pobres de lo que yo soy ahora, así que dudo que la casa tuviera puertas, además creo que vivían era en una habitación de arrimados donde el abuelo que llevaba mi nombre – al que mataron por Guerrillero –. De todas formas nací en ese pueblucho y qué. ¿Si cambio el lugar, cambio ese bonito gesto que mis papás tuvieron conmigo de darme el regalo de la vida? No. ¿Y qué pasaba ese año en el que usted nació; que ocurría en esa década de los 80´s por allá? No sé, nadie sabe, el tiempo que pasa es la verdad que huye. Los que han intentado escribir algo sobre el pueblo sólo hablan de selva, monte, selva, indígenas, selva, tradiciones que se cambiaron por otras, selva y más selva; eso dicen los libros del Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes del Guaviare. Otros viejos lenguaraces o llamados colonos dicen que por esos años se movía la coca, pero eso no dicen los libros del respetado Fondo Mixto, dirigido por la respetable señora Blanca Ligia Suárez, deben ser cuentos de esos viejos frustrados. Sin embargo, si se movía o no la coca, las esposas de mi papá sí seguían moviendo la cuca, la cuarta bendición para mi papá y la primera para su esposa Pilar llegó el 2 de noviembre de 1989. La cuarta bendición para mi mamá y la segunda para el nuevo señor que se había conseguido llegó el 24 de julio de 1990. Así, como una prostituta que reparte su cuerpo con el afán de reunir algún dinero para el siguiente día, Dios le repartió bendiciones a mis padres, las otras cinco en el siguiente orden: una en octubre de 1991, una en julio de 1994, una en junio de 1995, una en marzo de 1998 y la última en enero de 2009.
Después de que nací, muy temprano para mi vida cuando no existía aun el Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes del Guaviare, me di cuenta de la verdadera obra que mis papás habían labrado: mi orfandad. A pesar de que están vivos han hecho desde siempre que me sienta huérfano. De ahí que lo único que tengo son nueve hermanos, no nueve bendiciones. Nueve hermanos que reúnen todas las calañas, las costumbres, los estratos, las formas de pensar, las pasiones, las mañas, las fobias, los gustos, las inteligencias, las artes, las creencias, los humores, los amores, los deportes, los valores, las voluntades, los estudios, los odios, los fastidios, los olores, los pasos, las rutas y seguramente las formas de morir. La muerte que se irá llevando a cada uno de ellos sabrá que cuando complete nueve, podrá venir por mí, porque ya no habrá por quien vivir ¿y sus papás? ¡No ve que soy huérfano! Lo que les pase o les haya pasado no me interesa, además ellos tienen bendiciones yo no, ¿y su tierra? Esa tierra no es de nadie. Yo seré el diez de la muerte. Y de aquí allá se habrá escrito mucho, la Historia que se hace todos los días, todas las noches, y no como la entiende el Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes del Guaviare, que es ir al inicio, al génesis y escribir sobre eso y ya, la Historia – hija del tiempo – es otra cosa escritorcitos del Guaviare, la Historia no es recordar, la Historia es analizar por qué hoy estamos así, es entender lo que somos: nada, sin arte, sin cultura; así que el fondito ese que montaron como negocio es solo un Fondo Mixto de Promoción, no quiero ni imaginarme qué entienden por cultura los miembros mixtos del Fondo. Tan pulcros ellos, con sus libritos “San José del Guaviare, Capital de la Esperanza – Acercamiento a su historia”, “Guaviarí…Raudal de cuentos”, “Llegué para quedarme” y otros, adicional a eso el tallercito de escritores Guaviarí, todos juntos reflejan sin margen de error lo que es el Guaviare: polvo, aire, nada, con un río que corre hacia la nada, con paracos y guerrilleros que van hacia la nada, con una carretera que llevó bazuqueros, ladroncitos, puticas, paisitas políticos, prepagos, carreteras y ríos que transportan porquería y más porquería, escritores y, de todos los libros que han “publicado” no se salva ninguno, ni medio cumple con el requisito que debe cumplir el arte de escribir: transmitir sensaciones; ninguno enseña nada, todos son polvo, nada, esos escritos son solo caprichos que quieren algún reconocimiento, es el ego puesto en unas paginitas. Los que han escrito para el tallercito Guaviarí, deben ser por lo menos buenos para otras cosas, no los conozco, pero todas las personas tienen algún saber, estas personitas también lo deben tener ya que escribir no saben ni de cultura ni de arte.
No son culpables de lo que les ha tocado escribir, no soy culpable de lo que me ha tocado vivir, pues no han tenido más opción, su entorno paupérrimo, vacío, calles destapadas, menores de edad mozas de chichipatos, niñas preñadas, jovencitos menores de edad empuñando armas por causas perdidas, huecos en las calles, huecos fiscales, huecos en el cerebro, gobernadores en la cárcel, tráfico de drogas, muertos al amanecer, muertos al atardecer, muertos al anochecer, muertos, muertos y más muertos que va arrastrando el majestuoso río Guaviare como lo llaman allá, no son elementos de nutrición de la Historia ni cosas con las que la literatura se inspire, entonces les ha tocado acudir a la imaginación, al realismo mágico, a la imitación, a querer parecerse a alguien, inventarse nombres, explotar a las tradiciones indígenas, pero no hay originalidad que es lo que importa, de los libritos no hay ningún estilo que se pueda decir que es original, hay estilos parecidos – como el mío que se parece al de su madre - pero no copiados y no acepto que copiando estilos digan que se está promocionando la Cultura y las Artes. Ni siquiera han intentado construir o responder qué significa ser guaviarense, sobre todo cuando uno va a otro lugar y dice que es de allá de una dicen que uno es indiecito, guerrillero o paraco; Guaviare tierra roja maldita y capital de la nada o sea de la esperanza porque la esperanza es nada. La esperanza es aferrarse a la mediocridad. Tal vez seamos eso y por eso los libritos del Fondo Mixto de la Promoción, promocionando la mediocridad, porque no hay más que promocionar. Me avisan cuando publiquen más libros, para seguir en la revisión consagrada de la literatura del lugar que nací, en ese lugar en el que me parió mi madre, ahí en donde quedaba el depósito popular, en la famosa calle de las zapaterías, a nueve casas de la esquina de Pan del Guaviare, calle 8 # 20 – 109 le pusieron a ese lugar, a una cuadra del río que es la calle 7, ese río en el que nunca me metí, río que no volveré a ver ni en fotos, río que no me trajo pero que me llevó para jamás volver, ahí en ese puntualísimo lugar del infinito Universo en que nací; tarea fácil esa que escogí, tarea mediocre de revisar literatura mediocre.