Es complicado aceptar la cantidad de multi-universos que se crean entre las personas. Al igual que los universos uno sufre etapas de formación, transformación y caos, pero no me refiero a uno como ser biológico sino como ser sentimental o sintiente. Se puede conocer a una mujer que sea una estrella que guíe el camino sentimental, esa mujer es una luz, pero es una mujer para la noche, una mujer lámpara.
Uno puede conocer una mujer que es un sol, una mujer para soportar el frío de la ciudad más fría de todas, no por su clima sino por su gente: Bogotá, pero no es una mujer para tierra caliente, porque se convierte en una calentura, una mujer que se transforma en una situación bochornosa.
A veces ocurre que se pueden conocer varias mujeres a la vez, lo que podría denominarse construcción de universos paralelos y transportarse a través de sus agujeros, guiarse por las estelas de sus cabellos negros, experimentar varias gravedades, diversas explosiones de superestrellas y sin embargo, seguir experimentando la sensación de vacío.
Otras mujeres son cada una un planeta diferente, a veces tan lejanas como Plutón otras comprometidas con anillos como Saturno y algunas demasiado habitables como el planeta Tierra.