domingo, 15 de agosto de 2010

Quiero morirme de manera singular.

Jaime Garzón Forero es uno de los pocos íconos de Colombia, en la última década del siglo pasado, que trataron de darle identidad a esta generación sin nombre y sin rumbo acostumbrada a polarizar y destruir todo. Como Jaime lo demostró somos una zoociedad, los ladrones son hienas, las calles son estampidas de animales con la identidad del afán que en las horas pico se transforman en estampidas, los políticos son ratas – disculpen la redundancia -, las leyes están llenas de micos, los andenes están infestados de perros y zorras, los seres humanos son organismos patógenos en donde reinan las dos prostitutas más dañinas de la historia de la humanidad: la religión y la política.

Jaime Garzón perdió el miedo que está inyectado en esta zoociedad y quiso introducir la razón en todos los actos de los colombianos, se quitó el velo de la hipocresía, hizo lo que quiso y murió por su causa. La risa no era su profesión, porque como ocurre con los grandes genios de la comedia, la risa es una excusa, la risa es un medio y Jaime Garzón lo manejaba a su merced, como lo dice él mismo parafraseando a Woody Allen: si uno dice la verdad debe hacer reír, porque si no haces reír el público te mata y decir la verdad si era lo que mejor sabía hacer. Pero creo que a Jaime Garzón lo describe muy bien ésta frase de F. Nietzsche: la potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar. La potencia intelectual no es más que el sentido común, un sentido que para muchos es el menos común de los sentidos, sentido que Jaime sabía dónde encontrar: celadores de edificios, muchachas de servicio, lustradores de zapatos, Nestor Elí, Dioselina y Heriberto respectivamente, también en la ironía de los derechistas como Godofredo Cínico Caspa, pero más allá de los personajes extraídos de la calle, el mismo Jaime era de la calle, de la calle luna o calle sol, pero al fin y al cabo Calle.

Por eso a Jaime Garzón le gustaba la salsa, porque la salsa es calle, es andanzas, es agúzate que te están velando, es festival, risa, humor, vivencias, la calle produce sus propios seres, su zoociedad. De Jaime Garzón uno como espectador de sus creaciones recuerda muchas cosas pero una sola es suficiente: Jaime Garzón cantando junto con la orquesta de César Mora esa canción que inicia quiero morirme de manera singular.